Economía 









Encuentra su principal medio de vida, además de en las tareas subvencionadas, en el trabajo que el mármol ofrece a la comarca y que espera planes integrales como los que tan buen resultado están dando en otras zonas de la provincia para poder explotar con rentabilidad su buena, aunque muy escasa, agricultura (en especial el aceite) y su magnífica situación, base imprescindible para el desarrollo del turismo rural.

Agricultura
Predomina el almendro, con las variantes «marcona» y «desmayo» de rendimientos intermitentes a causa de las frecuentes heladas, la mayoría de sus 800 Ha. en manos de pocos propietarios, algunos foráneos, y el resto muy atomizado entre los del lugar. Un creciente interés por el cultivo del olivar, que, amén de cubrir sus necesidades, permite comercializar pequeñas cantidades de excelente aceite. Hasta hace pocos años existió una antigua almazara, funcionando bajo un sistema arcaico y manual.

Posee una pequeña pero frondosa vega, con huertas familiares, nutriéndose de las aguas del río Bacares y abundantes fuentes esparcidas por su jurisdicción: de las Parras donde se instaló un salto de agua, generador de la electricidad que se consumía en la zona, hasta su desaparición, explotada por Sevillana de Electricidad; los Cortijicos y el Huevo lindantes con Tíjola; la del Layón antiguamente sólo denominada La Fuente, en el cerro del mismo nombre y que comparte su territorio con la vecina Bacares; el Palo y el Chopo.

Agricultura
La ganadería se limita al cabrío y lanar, aunque en número muy inferior al de su máximo apogeo, principios del XIX, que llegó a contar con más de 5.000 cabezas, en la actualidad se puede cifrar en 500 reses, comercializadas en los mercados de Baza y Tíjola. De la intensa forestación que nos cuentan antiguas crónicas sólo queda, como vestigio aislado del pasado, el denominado Pinar de Bayarque, formado por una ancha mancha verde de pino carrasco; la rentabilidad económica es mínima, pero de gran valor sentimental y simbólico. Muy atrás quedaron las 200.000 encinas que integraban los 25 millones de árboles que cubrían todo lo ancho y largo de la Sierra de los Filabres.
Industria
La industria local se reduce a una serrería y manipulación de la madera que da empleo fijo a cuatro personas, más una empresa constructora de ámbito comarcal.
El futuro no se presenta nada halagüeño para los sufridos hombres y mujeres enraizados al terruño. Un pueblo en regresión económica y demográfica, en la que los jóvenes marchan a la capital o en busca de un puesto de trabajo en las cercanas explotaciones de mármol en Macael y en las industrias transformadoras de Olula del Río. Personas mayores viviendo de la jubilación bastante de ellos regresaron desde Barcelona al final de su vida productiva u otros, menos jóvenes, vegetando con las aportaciones que les producen los salarios esporádicos del PER o de las empresas forestadoras de sus cerros y laderas. Los más «sensibilizados» ante el mañana inmediato sueñan con un impulso económico a través del turismo rural de montaña. Recursos naturales no les faltan: clima, orografía y paisajes, gastronomía, costumbres y usos ancestrales, fiestas populares, caza..., y ante todo y sobre todo la hospitalidad de sus gentes sencillas.







 
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